Por Ángel Huerta
El telescopio James Webb, que costó US$10.000 millones y tardó tres décadas en construirse, despegó desde la Tierra este sábado y emprendió su misión de buscar las primeras estrellas que alumbraron el cosmos.
El observatorio fue lanzado a bordo del cohete Ariane desde el puerto espacial Kurú en Guayana Francesa.
Eran las 12:20 GMT cuando el cohete Ariane 5 encendía motores para dar el empujón definitivo a un proyecto de más de tres décadas y años de retrasos, que han puesto en marcha las agencias espaciales de Estados Unidos (NASA), Europa (ESA) y Canadá (CSA).
James Webb es el mayor y más potente telescopio lanzado hasta ahora. Una hazaña de ingeniería que ha sido descrita como una máquina del tiempo.
Un cielo parcialmente nublado en Kurú no permitió ver de manera continua el ascenso del cohete ni las dos largas lenguas de fuego que provocaban sus motores a plena potencia, en lo que fue un lanzamiento “absolutamente perfecto”, indicó en una rueda de prensa posterior el máximo responsable de Arianespace, Stéphane Israël.
Gracias a su visión en el espectro infrarrojo y a su enorme espejo primario ofrecerá una vista inédita del universo y permitirá mirar hacia atrás más de 13.500 millones de años para ver las primeras galaxias que nacieron tras el Big Bang, la gran explosión que dio origen al universo.
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